lunes, 28 de noviembre de 2011

Y se rompió la botella donde quedaron las palabras.

La botella donde solía guardar las palabras que me decía aquellos cálidos días de verano, días donde su romanticismo perduraba y sus palabras eran infinitas. Silencios que se extinguían cual piropo me repetía. Soñaba con eso, era mi sueño de día y mi vida de noche. Máscaras que protegían las mentiras que nunca me llego a decir, eran las mismas que protegían mi botella. Palabras sabor a miel y miradas color a playa. Éramos dos grandes soñadores, y juntos compartíamos los sueños.
Me guardé todas y cada una de las palabras que me dijo él, hasta que un día de otoño, escuché las mismas palabras, dirigidas a otra persona.

jueves, 24 de noviembre de 2011

En París, los días, noches y madrugadas son perfectas si estás tú.

Recuerdo aquellos tiempos, o quizás solo los sueño. Aparecías tú, a mi lado, dándome un poco de calor junto con tus suaves besos que rozaban mi frente. Momentos en los que sólo importabas tú. Cada mañana, me despertaba con tu olor, y cada noche, me dormía con tus besos y caricias. Las tardes frías, abrazada a ti, cogiéndonos de la mano por las silenciosas calles de París. Cada beso tuyo me inspiraba, y me hacía soñar despierta. Me hacías palpitar tan rápido, hasta llegar a la taquicardia. El tiempo se detenía cuando estaba contigo. Todo era eterno, y me hacía feliz.


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lunes, 21 de noviembre de 2011

Living my life desperately happy.

Y me fui dando cuenta de que ya no le necesitaba. No me hacía falta. Aproveché todas las oportunidades que me dio la vida. No necesitaba a alguien que me hiciera sentir mal y, a ese sentimiento de tristeza, lo encerré en un cofre, lo enterré bajo tierra y me olvidé de él. Me pinté las uñas de colores fosforescentes, para sentirme viva; y me solté el pelo, para sentirme libre. Ahora era yo, era quien quería ser. Nunca más dejaré que alguien se interponga en mi camino, es mío. Tomaré mis propias decisiones, y no permitiré que nadie me obligue a hacer algo que no quiero. Yo elijo mi destino, no él a mi. Puedo sola, lo sé.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Tú, mi imborrable recuerdo.

Recuerdos que caminan de la mano, dando tumbos por mi indecisa mente. Me gustaría coger algunos y hacer que permanezcan siempre en mi cabeza, y otros, soltarlos y dejarlos libres, pero que no vuelvan a mí.
Tú podrías ser uno de esos recuerdo a los que dejar libres. Tú que abriste mi alma y saliste de ella, dejando una cicatriz imborrable. Eres el recuerdo que ocupa mi mente cuando no debería. Eres el más grande de mis pensamientos, y por eso quiero olvidarte. No quiero seguir sufriendo por alguien que me hizo daño, no vale la pena. Por eso, hoy, mi ya herida alma pide a gritos que te vayas y escapes lejos, porque por más que lo intente, yo no puedo.



lunes, 14 de noviembre de 2011

Su rutina preferida.

Era su rutina, ir al trabajo y volver a casa tarde, muy tarde. Siempre llevaba un libro llamado 'El jardín olvidado', para distraerse en el largo trayecto. 
Todos los días, veía a un chico entrar en el autobús y sentarse al final. Él, se distraía mirando a la calle, y mientras escuchaba música. 
Así pasaron los meses, siempre veía al mismo chico, pero no reconocía a las demás personas. 
Un día, frío y nublado, Gloria se aproximó hacia el chico. Él, con una sonrisa, le dijo: ¿Quieres sentarte? Y se movió hacia un lado para dejarle un hueco entre aquel pequeño espacio en el fondo del autobús. 
Pasaron los días, y ella siempre estaba decidida a mantener una conversación con aquel chico de ojos claros, pelo oscuro como la noche, y sonrisa blanca y perfecta como las gotas de nieve en un día frío de invierno. 
Su rutina se había convertido en su preferida. Javi le había dado un giro de 180º, era totalmente diferente. 
Pasaron meses, y ya se conocían perfectamente el uno con el otro. Coincidían en gustos, les agradaba escuchar canciones lentas y con mensaje, que dejaban que pensar, pero también coincidían en el alivio que sentían al escuchar 'Green Day'. Opinaban lo mismo de las personas, y cuando hablaban de los daños que alguna vez habían sufrido, se comprendían.
Un viernes de los últimos días de Mayo, Javi no apareció, y Gloria, preocupada, llamó varias veces a su número, pero no obtuvo respuesta. Sintió como si le hubiesen apagado la última vela del día de su cumpleaños.
Al bajar del autobús, antes de entrar al trabajo, pudo ver un ramo de flores que destacaba y una persona oculta entre el gentío. Se acercó y consiguió ver que ahí, le esperaba Javi. Ella ilusionada, corriendo y empujando a la gente, se abalanzó y le dio un fuerte abrazo. 
Nunca pensó que un chico que se sentaba en la parte final del autobús llegaría a ser tan importante para ella. Pensó que era de película.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Rolling in the deep.

Hay un incendio dentro de mí, que me quema hasta el más escondido nervio, que me quema profunda y lentamente. Le doy vueltas, y las cicatrices de tu amor que abandonaste hace poco en mi, se han quedado atrás, y ya no se me hace difícil pensar que, casi lo tenía todo. Recuerdo cuando tus besos me dejaban sin aliento... ahora los he dejado abandonados en la oscuridad. Si piensas en mi en lo más profundo de tu desesperación, sabrás que rodé en lo más profundo de mis penas, y que no tengo ninguna historia que contar.


-Mezcla de la canción 'Rolling in the deep' de Adele y de algunas ideas que salen de mis horas de descanso.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Every afternoon I see that black cat.

Cada tarde, después de que Valentina volviera del instituto y fuera a su habitación, allí le esperaba, sentado en el marco de su ventana, un gato negro como la noche, cuyos ojos eran de un amarillo brillante como el sol que va desapareciendo tras la atmósfera del crepúsculo. Llamaban mucho la atención.
Valentina siempre se preguntaba por qué estaba allí, pero, sin pensarlo una vez más, cerraba la cortina para no distraerse.
Lo que Valentina no hacía era mirar más allá de los ojos amarillentos y de los sonidos que emitía, ella nunca, se asomaba a la ventana.
Al día siguiente, al volver del instituto, pudo ver que el gato no estaba. La curiosidad la carcomía y, así fue, como decidió asomarse por la ventana.
Una vez allí, pudo ver a Lucas, el chico del que siempre hablaba, y en el que siempre pensaba. Él estaba enamorado, y ella no se daba cuenta. El gato pues, era de él, y siempre llevaba atada al cuello, una nota que decía ‘Te seguiré esperando', pero ella no la veía. Los dos estaban ciegos, el uno del otro, tanto que no podían ver que se querían.